¿Crean empleo las «cárnicas»?

Hola a todas y a todos.

La subcontratación (llamada también outsourcing o bodyshopping -eufemismo anglosajón que remite directamente a nuestro adjetivo “cárnica”-) es una práctica cada vez más extendida. En España el peso de este servicio en el sector de la consultoría se ha visto incrementado en los últimos años: en 2014 representó el 45 % de todo el negocio de estas empresas:

Distribución de los ingresos del sector por tipos de servicio (2004-2014)
Distribución de los ingresos del sector por tipos de servicio (2004-2014)

Fuente: Memoria AEC 2014, página 14.

 

Este dato contrasta con la tendencia del sector en Europa, justo la contraria (ver la línea “Outsourcing”):

Executive Summary Key Figures (2009–2012)
Executive Summary Key Figures (2009–2012)

Fuente: Informe FEACO 2012-2014, página 6.

La diferencia es significativa y muestra de forma clara el gusto por el corto plazo del empresariado español. Pero ese es otro asunto, que daría para un nuevo artículo.

Las empresas sólo tienen en cuenta la reducción de costes para acudir a la subcontratación o «externalización»; esa reducción de costes se consigue, principalmente, mediante el despido del personal que hasta entonces realizaba las tareas subcontratadas.

El outsourcing, bodyshopping o venta de carne consiste en el alquiler de personas por horas (*). Casi todas las empresas que podemos mencionar en nuestro sector (incluyendo a Alten) se dedican en mayor o menor medida a prestar personal a otras empresas u organismos públicos a cambio de un precio. El beneficio se obtiene de la diferencia entre el precio de alquiler y los gastos. De ellos la parte más importante es el salario, por tanto cuanto menor sea el salario mayor será el beneficio. Y en una época de crisis como la actual, cuando baja el precio persona/hora que se paga, la presión a la baja de los salarios se multiplica. No descubrimos nada nuevo.

Ya vemos que los salarios en estas empresas tenderán siempre a ser bajos. Pero, ¿crean empleo? Parece que no. En primer lugar, las empresas que subcontratan a otras suelen sustituir a los trabajadores propios por los subcontratados, como hemos mencionado antes; por tanto el saldo en creación de empleo es cero (sin contar que los subcontratados tienen peores condiciones: contratos precarios, sueldo bajo, etc.). Y si la subcontratación se produce para cubrir necesidades de producción, es la empresa contratante la que está creando empleo, y en ningún caso la «cárnica». De hecho, como sufrimos en Alten, la «cárnica» destruirá empleo al ritmo que exija la contratación (¿os suena la palabra «intercontrato»?).

Por desgracia la tendencia a hacer de España el paraíso de los servicios se ve reflejada también en sectores que deberían ser motor de la innovación, según todos los expertos. Este modelo desprecia la calidad, la experiencia y limita en gran medida el desarrollo personal y profesional. Parece que, como siempre, los dueños (mal que nos pese) de este país prefieren quedarse quietos siempre que sus privilegios se mantengan intactos, aunque sea a costa de toda la sociedad.

Un saludo.

(*) Bajo la apariencia de prestación de un servicio se roza, en muchas ocasiones, la ilegalidad (la cesión de trabajadores es ilegal cuando, por ejemplo, la empresa contratante controla las vacaciones, o la realización de turnos de fines de semana del personal cedido).